Aperitivo Bar, en Godella

Aperitivo Bar. c/ Ramón y Cajal, 83, tel. 963 64 26 59. Godella. A  8 kilómetros de Valencia. Precio aproximado: 25/40 euros. Día de cierre: martes.

John Wayne: «¿Te pongo agua en el whisky?». Patricia Neal: «Sí. Pero no lo ahogues». (Primera victoria, 1965).

Leoncio Molina, manchego emprendedor –trabajó como administrativo en una multinacional de automóviles- abrió un marxiano local en 1988, copiando, sin querer, la estrechez del camarote de Groucho, Harpo y Chico en Una noche en la Ópera. Junto a él estaba Toñi, su mujer. Leoncio era el planchista. Falleció el año 2002. La tarde de su funeral llovía en Godella. Toñi continuó con el bar, sito en una población que ha dado grandes artistas: Lamberto Alonso (tenor y pintor), Ignacio Pinazo (pintor) o Juan Bautista Peset Aleixandre (rector de la Universidad de Valencia, fusilado por los franquistas en 1941). Aunque nació en Valencia, Luis Gay, (arquitecto modernista: trabajó también en la Dirección General de Regiones Devastadas tras la Guerra Civil), estuvo muy vinculado a Godella. Él proyectó la Cooperativa Social de Viviendas El Fénix.

La base de su éxito –abundaba, al principio, la clientela progre, culta, en algunos casos, y residente en adosados y chalets de la zona- era el producto (mariscos a la plancha, ostras, almejas, tellinas o calamares) y los montaditos (de lomo, arenque u otros), un modo de comer asequible que llena la andorga, por el pan.

Mesas de railite y servilletas de papel. Esta informalidad gusta mucho en España, y en el siglo XXI, más (lo milagroso es comer sobre manteles de tela), tanto como emular el camarote de los Marx. Toñi, afectuosa siempre, arrullaba a sus clientes y amigos (la mayoría). Buenos vinos. La mítica acequia de Moncada transcurría a unos 200 metros.

Aperitivo Bar copia.jpegToñi y su hijo Vicente. Foto: Marga Ferrer.

En 2009, la mujer de Molina cumplió con el plan de su marido y se trasladó a un emplazamiento mejor, amplio, luminoso, ajeno a Una noche en la Ópera y con un vasto aparcamiento al aire libre, en una zona de chalets habitados por la burguesía de Valencia desde los años veinte del siglo XX. Su hijo Vicente, ya adulto, se sumó al negocio.

Desde esta nueva ubicación, con una cocina más grande y otros adelantos, la casa ha crecido en sabiduría y virtud, si bien ateniéndose a sus pautas fundacionales en lo que a las materias primas se refiere. Ahora hay manteles de tela y menaje nuevo. Suelo ir una o dos veces al año. Está a 8 kilómetros de Valencia y siempre nos puede sorprender un control de alcoholemia, que da positivo con la ingesta de una Fanta de naraja con vodka, el clásico «destornillador» de los años sesenta del siglo XX. Yo siempre voy con una mujer abstemia que no sabe conducir.

Una vez allí pido (4 de marzo de 2014) buñuelos de bacalao, cocochas (también de bacalao), pulpo con cachelos, una minihamburguesa, montadito de morcilla de Burgos, revuelto de boletus, y el invento de Michel Bras de 1990: coulant de chocolate.

La última vez que vi vivo al gran periodista deportivo (diario Levante-EMV) y todavía mejor persona si cabe, José Vicente Aleixandre, fue el 4 de diciembre de 2014. Como tenía fijada su residencia en Godella, quedamos para comer. Era un amigo de los buenos y viejos tiempos. Le ofrecí colaborar en la Cartelera Turia, cuando yo era el redactor jefe (1987-1993), porque leía sus agudas e irónicas prosas futbolera, a años luz de garrulismo ágrafo que predomina entre los periodistas futboleros de ahora mismo. Era, además, una persona culta. A ambos se nos ocurrió el título de la sección,  «Lamiendo el larguero». La firmaba con este seudónimo: «Justo el Resultado». Obsérve la burla de la jerga periodística futbolera. Falleció tres meses después, el 8 de marzo de 2015.

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José Vicente Aleixandre. Foto: Manuel Molines.

Charlamos durante tres horas, mientras comíamos camarón cocido, un montadito de anchoa y otro de bonito, sepia a la plancha, bacalao a la muselina de ajo (la receta aproximada del gran cocinero Josep Mercader: hotel Empordà, en Figueres), costilla laqueada, dos espléndidas miniburguer y crême brulée, una especie de crema catalana. Bebimos Carmelo Rodero 2012. Aleixandre lo sabía todo del Valencia C.F. Fue un periodista muy incómodo para el establishment.

Supongo que se habrán hecho una idea aproximada de Aperitivo Bar y otras cosas.

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